La violencia en el noviazgo es más común de lo que pareciera y muy a menudo pasa totalmente desapercibida. La violencia durante el noviazgo está relacionada con todas aquellas acciones que causan daño físico, emocional y hasta sexual en la pareja, con el fin de dominarla, controlarla y mantenerla a su lado. Así pues la violencia durante el noviazgo se puede tipificar en tres tipos: física, psicológica y sexual.
Entre las agresiones psicológicas y emocionales más comunes están los insultos, gritos, amenazas, chantajes, groserías y sometimientos. Por ejemplo, el hacer sentir inferior a la pareja por su aspecto físico o intelectual al grado de convencerla que no vale nada y que su pareja le hace un favor al estar con ella.
Chantajes o sometimientos como la elección de las amistades de tu pareja, el control de su forma de vestir, el cuidado y prohibición de actividades, salidas y horarios son agresiones recurrentes en muchas relaciones que pasan inadvertidas por la victima.
El clima de violencia, presión y miedo que se genera hacia la victima llega a tal grado que ésta siente que no vale nada y que debe permanecer al lado de su victimario. A menudo las victimas tratan de justificar las actitudes y comportamientos violentos por parte su pareja alegando que todo lo hace por amor. Peor aún, en casos extremos, el miedo y la zozobra en que vive la víctima no le permite dejar a la víctima o denunciarla, todo ello por temor a represalias.
Las agresiones más comunes durante una relación de noviazgo son las psicológicas. Pequeños detalles como insultos, insinuaciones, gritos y comparaciones constituyen acciones violentas que la victima acepta.
Por su parte, los ataques físicos resultan ser el punto culminante y crítico de una relación de noviazgo que se ha vuelto caótica. Golpes, empujones, apretones representan agresiones fuertes que en innumerables ocasiones la victima acepta al creer que tiene la culpa y que se las merece.
En cuanto a la violencia sexual está es más habitual de lo que uno podría pensar. Las agresiones sexuales no se limitan únicamente a una violación haciendo uso de la fuerza física, también existen los toqueteos, caricias, besos sin consentimiento de la pareja. Además que valiéndose de insinuaciones, chantajes y mentiras el victimario puede obligar a la pareja a tener relaciones sexuales aun cuando ella no esté convencida de hacerlo.
Por más irreal e inverosímil que parezca, el hecho de que una persona agredida siga al lado de su agresor, es más común de lo que se cree. Y es que una relación de noviazgo disfuncional marcada por la violencia la victima crea un estado de dependencia tal –sea por la razón que sea- con su victimario que le es casi imposible darse cuenta del problema al que se enfrenta y por consiguiente es incapaz de pedir ayuda o denunciar a su victimario.
La víctima de violencia habitualmente carece de una autoestima fuerte, por el contrario, es débil y tiene poco cariño y respeto por sí misma. Situación que la vuelve vulnerable y susceptible de ser violentada sin oponer resistencia. De ahí la importancia, de hacer entender a la victima que vale mucho y que no necesita de nadie para poder ser feliz.